LA MAGDALENA-SAN JUAN


Barrio de La Magdalena y San Juan
Es el barrio con más tradición, solera e historia de toda nuestra ciudad, y por él han pasado las más diversas civilizaciones. Desde los más antiguos romanos, pasando por los musulmanes, judíos y cristianos dejando tras de sí huellas de su presencia, que lo hacen tan especial y de las que ahora daremos cuenta.
Se extiende desde la antigua carretera de Córdoba y llega hasta los mismos límites de otro barrio tradicional jiennense: La Merced. En este barrio encontraremos verdaderas obras de arte en forma de iglesias, palacios, monasterios y antiguos hospitales que hacen que podamos vivir una lección de historia paseando por sus calles.
Baños Árabes
Empezamos por el teatro Infanta Leonor, que es una obra recentísima, de una arquitectura contemporánea que ha resultado bastante polémica, por considerarse fuera de lugar en esta zona donde comienza el casco antiguo de Jaén; de hecho, la muralla de la ciudad medieval corría por aquí, a lo largo de la calle Millán de Priego y junto a éste, se conserva, aunque muy restaurada, una de las antiguas torres.
Pronto, subiendo la calle del teatro, llegamos a la plaza de la Magdalena, epicentro del barrio, donde se encuentra la iglesia homónima. Lo primero que nos llama la atención es el aspecto rural del barrio. Incluso la forma de hablar de la gente es distinta, con un “deje” característicamente jaenero. El barrio destaca por sus vestigios árabes, que nos hablan de una antigüedad de siglos. Pero también se percibe, con tristeza, como el abandono y la desidia –como en otros barrios de Jaén- nos han hurtado mucho de su patrimonio antiguo.
Encontramos en la plaza un primer monumento árabe, el cuadrado minarete de la antigua mezquita de la Magdalena. Más allá está el campanario de la iglesia cristiana, sobre una bella portada, con una Magdalena, de estilo gótico isabelino. Dentro de la Iglesia destaca el patio de las abluciones y la quibla o muro del fondo de la mezquita, que ocupa uno de los laterales de la iglesia cristiana. Este patio es un rincón especialmente delicioso, con sus arcos de herradura, con su estanque lleno de peces de colores, con su espléndida vista del Castillo de Santa Catalina. Tras los arcos, hay un pequeño museo de lápidas y capiteles romanos, y restos de una pintura medieval en una de las paredes.

Justo enfrente de la iglesia, se encuentra otro de los lugares más pintorescos de la capital: el Raudal de la Magdalena, una antigua fuente cerrada por una reja y un amplio arco de medio punto. Esta fuente constituyó el auténtico origen de la ciudad: en torno a sus aguas creció la ciudad romana y árabe, en la ladera del monte de Santa Catalina. El Raudal también se relaciona con la conocida leyenda del "lagarto de la Malena", que nos cuenta cómo hace muchos siglos, salió de la gruta una bestia o dragón, que atemorizaba a todos los que iban a coger agua a la fuente. Solo un preso condenado a muerte tuvo el valor suficiente para enfrentarse a la bestia, dándole a comer una oveja con yesca ardiendo es su interior. De esta manera, consiguió "reventar" al lagarto y se   ganó la redención de su condena.
Un poco más abajo del convento, encontramos a la derecha el "callejón de los muertos", apodado así por ser el lugar por donde sacaban a los fallecidos del antiguo Hospital de San Juan de Dios. Más adelante salimos a la plaza que contiene las portadas del hospital -hoy reconvertido en centro cultural y en albergue juvenil-, y de la iglesia, reconvertida en sala de conferencias. El patio del hospital es hoy un agradable lugar, en el que el tronco quemado de una palmera es el único recuerdo de un incendio que asoló el lugar a principios del siglo XX.
Volviendo por un estrecho callejón llegamos a la calle de Santo Domingo, donde se encuentra un antiguo convento dominico convertido en Archivo Histórico Provincial. Este es otro de los monumentos de difícil acceso, lo que es una verdadera pena, porque alberga el patio renacentista más impresionante de la ciudad.
Paseando hacia abajo, salimos a la amplia plaza María Luisa de Marillac, más conocida como "plaza del pato", por la figura que escupe agua en una fuente. La plaza está dominada por la vasta fachada del Palacio de Villardompardo, que reúne en un solo edificio varios elementos de interés turístico. Tras penetrar en el palacio, podremos elegir entre visitar el Museo de Artes y Costumbres Populares, el muy recomendable Museo Internacional de Arte-Naïf, o descender al subsuelo para visitar los fascinantes Baños Árabes de Jaén. Los Baños Árabes son los más extensos de los que se conservan en España. A pesar de su antigüedad, es una atracción turística reciente en Jaén, ya que durante siglos permanecieron desconocidos y sepultados, en los sótanos del palacio. No fueron visitables hasta el año 1984, en que el arquitecto Luis Berges Roldán acabó su restauración.
Los Baños se componen de cuatro salas alargadas, con una estructuración en vestíbulo, sala fría, sala templada y sala caliente. El visitante va pasando de una sala a otra, con la sensación de estar penetrando un recinto mágico, en un santuario en el que los siglos de han detenido. La sala templada es la mayor, y la que más admira con su bóveda troquelada por lucernas, con su breve bosque de columnas alineadas en sugerentes perspectivas. El encanto de los Baños Árabes no es espectacular ni grandioso, sino íntimo, recogido, escondido en la sombra.




Torres Olivera ("Juanito el Practicante")
Torres Olivera (Jaén, 1900-1973). Entró muy joven como mancebo en la farmacia de los Ríos, en la calle Martínez Molina, realizando fórmulas magistrales. Un accidente le dejó quemaduras para toda su vida. Alternó sus trabajos con los estudios de enfermería en Granada, realizando prácticas en el Neveral y en el Hospital de San Juan de Dios. Durante un tiempo ejerció en Bélmez de la Moraleda, aunque volvió a la capital.
Mostró gran capacidad para tratar quemaduras, forúnculos, úlceras, etc. Se desplazaba a cualquier lugar a la hora que fuese, y a veces no cobraba a los más pobres. En ocasiones les dejaba dinero cuando notaba que no habían comido o les mandaba colchones y mantas que iba pagando a su amigo Saturnino, dueño de una tienda de tejidos en la calle Maestra.
En 1958 sufrió una trombosis que lo dejó medio paralítico.
Fue hermano mayor de la Cofradía de la Virgen de la Cabeza. Durante la Guerra fue denunciado por guardar en su casa algunas imágenes que había rescatado de la Iglesia de San Juan y estuvo a punto de ser jubilado, de no haber sido por la mediación de un grupo de mujeres ante el gobernador.



 Antonio Alcalá Venceslada
Antonio Alcalá Venceslada (Andújar, 1883Jaén, 1955). Fue escritor, poeta, archivero, filósofo y profesor español, que trabajó en el Instituto Virgen del Carmen de Jaén.
Estudió bachillerato en Málaga y Jaén, después estudió las carreras de Derecho y Filosofía y Letras, en Granada y Sevilla.
En 1915 ingresó en el Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, y trabajó en la Universidad de Santiago de Compostela y en las delegaciones de Hacienda de Cádiz, Huelva y Jaén.
Ocupó el cargo de primer teniente alcalde de Jaén y de alcalde en varias ocasiones y fue miembro del Instituto de Estudios Giennenses.
Colaboró en El Diario de Galicia, ABC, Blanco y Negro, etc.
Dejó grandes obras entre las que destacan: De la solera fina (Jaén, 1925), Coplas Andaluzas, Cuentos de Maricastaña (1930) o La flor de la canela (Andújar, 1946), entre otras. También escribió algunas fábulas, publicadas por la Diputación de Jaén en 1993 bajo el título de La buena simiente. Sin embargo, su obra más importante ha sido el Vocabulario Andaluz, editado en el año 1933 y ampliado en 1951. El autor fue premiado por la Real Academia Española de la Lengua con 10.000 pesetas
La obra es considerada el primer repertorio léxico completo del habla andaluza ya que contiene 18.000 palabras.  Le valió a Alcalá Venceslada dos veces el premio Conde de Cartagenera, de la Real Academia, que le nombró académico por Andalucía
 Fue nombrado Hijo predilecto de Andújar a título póstumo.



 
Eduardo Arroyo Sevilla
Eduardo Arroyo Sevilla, médico y científico español, nació en Torredelcampo ( Jaén) en 1885. Se distinguió como hombre de ciencia y como humanista. Fue médico, pero también investigador, arqueólogo, músico, fotógrafo y periodista.
Era hijo del médico de su localidad, Eduardo Arroyo Ruiz, y de Vicenta Sevilla. Tras estudiar Bachillerato en el Instituto de Jaén, se licenció en Medicina en la Universidad de Granada. Inició su actividad en Torredelcampo, pero en 1915 se trasladó a Jaén. Tras pasar por la Plaza de las Cruces y en un caserón de la calle Aldana, se instaló definitivamente en la calle Almendros Aguilar, en una casa palacio cuya portada se atribuye a Andrés de Vandelvira. Casado con Mª del Carmen García-Triviño Fernández, tuvieron siete hijos: Trinidad, Eduardo, Rafael, Vicente, Luis, Carmen y Jesús.
Fue uno de los pioneros de la cardiología en Andalucía. Desarrolló la investigación paraclínica, montando su propio laboratorio con las técnicas más modernas de su tiempo. Ideó varios aparatos y dispositivos de laboratorio, como el leucograph,  (marcador de leucocitos). Introdujo en Jaén la técnica de determinación del metabolismo basal y junto con el Dr. Vela, de Sevilla, abrió el camino de la electrocardiografía en Andalucía.
Describió uno de los primeros casos de kala-azar (leishmaniasis en adulto) registrados en España. El trabajo fue publicado por la Revista Clínica, que dirigía el doctor Carlos Jiménez Díaz. Fue el primero en identificar en España un parásito intestinal. Fue también académico de la Real Academia de Medicina de Granada.
Como arqueólogo descubrió una muralla prerromana en Santa Ana, cerca de Torredelcampo, así como algunos objetos de la cultura ibérica que están en el Museo Provincial de Jaén. Inventó un identificador de minerales.
Como fotógrafo creó una gran colección de placas impresas sobre vidrio, para visión tridimensional, que podían contemplarse en un aparato llamado "veráscopo", muy popular en ese tiempo. Muchas fotografías y películas suyas forman parte del archivo histórico de Jaén, y algunas pueden verse en un espectáculo audiovisual proyectado en el Castillo de Santa Catalina (Jaén).
Era un virtuoso violinista, lo que le permitía participar en las actividades musicales que promovía. Grandes personalidades como Andrés Segovia, amigo suyo, participaron en alguna de estas audiciones.
Mantenía intercambios y colaboraciones con otros hombres de ciencia, entre ellos el famoso médico Gregorio Marañón.
Falleció en Jaén el 29 de diciembre de 1962. La plaza en la que instaló su primera consulta, transformada después en calle, lleva su nombre.



 Antonio José García Anguita
Antonio José García Anguita nació en Jaén, en 1842. Estudió hasta bachillerato en Jaén. Se matriculó en la Facultad de Medicina de Granada, licenciándose en 1868. Recién licenciado, ejerció la Medicina rural siendo médico titular de Mengíbar. Continuó sus estudios, doctorándose en 1872 por la Universidad Central.
Se trasladó a Jaén, también de médico titular. El 18 de agosto de 1876 es nombrado primer médico agregado de la Beneficencia Provincial y por tanto del Hospital de San Juan de Dios.
En septiembre de 1879 funda, junto con Eduardo Balguerías y Bernabé Soriano, el Boletín de Medicina y Cirugía. En enero de 1880, el boletín se convierte en el órgano oficial de  la Academia de Medicina, Cirugía y Farmacia Jiennense. García Anguita se involucró mucho en ella, asistiendo a las sesiones y tomando la palabra en numerosas ocasiones.
Realiza una gran labor ayudando a los coléricos de Jaén durante las epidemias de 1884 y 1885, siendo esta la más grave. Por esto le entregan la gran Cruz de la Beneficencia.
El día 24 de septiembre de 1885 asciende a segundo médico de número, pero interino.
El 18 de febrero de 1886, consigue esa plaza en propiedad a través de una oposición.
Se presenta a una cátedra vacante en la Facultad de Medicina de Valladolid, aunque no  la consigue por un voto.
Falleció el 25 de octubre de 1904.



Ruíz Romero
Manuel Ruiz Romero fue el fundador y primer director de la Escuela Normal de Magisterio de Jaén.



Martínez de Molina
Rafael Martínez Molina nació en Jaén, 24 de diciembre de 1816 y murió el 14 de marzo de 1888 era conocido como el sabio andaluz y fue médico, cirujano, antropólogo y anatómico.
Nació en la calle Maestra Baja que ahora lleva su nombre y sus padres eran Don Francisco Martínez y Doña Alfonsa Molina.
Estudió filosofía durante dos años en la universidad de Granada pero lo abandonó y empezó allí sus estudios de medicina que acabó en el Colegio de Cirugía de San Carlos de Madrid en 1845. Tras conseguir el doctorado en medicina y cirugía consiguió el de ciencias naturales. En 1854 fue nombrado catedrático sustituto y años después supernumerario de anatomía en la facultad de medicina de la Universidad de Madrid.
Fundó en su propia cada un Instituto Biológico con millares de alumnos y en el que dejó una gran cantidad de obras de medicina.
Tras su muerte en la Sociedad Económica de Amigos del País se creo un premio al “buen padre” y al “buen hijo” y en la Academia de Medicina otro premio que se concede a la mejor memoria presentada sobre un tema relacionado con la anatomía.



Almendros Aguilar
Antonio Almendros Aguilar, cronista y poeta jienense, nació en Jódar en 1825 y murió en Jaén en 13 de mayo de 1904.
Se matriculó en la escuela de Ingenieros de Caminos y allí conoció a Sagasta que le facilitó la toma de algunos puestos en los gobiernos civiles de Ávila, Almería, Navarra y Gerona.
En 1862 fue concejal del Ayuntamiento de Jaén y ejerció un gobierno liberal. Promovió la llegada del ferrocarril a esta ciudad y las fiestas para recibir a Isabel II.
En Jaén era muy querido y se le podía ver recitar sus versos en la Real Sociedad Económica.
Algunos de sus poemas son “Soneto a la Cruz”, que se puede encontrar tallado en la Cruz del Castillo de Santa Catalina; “Soneto a la libertad”; “Soneto a Mendizábal” y “Los cuentos de abuela” que están influenciados por la poesía de Zorrilla. También escribió varias obras de teatro como por ejemplo “Un desagravio real”, “Crisis de honra” y “Las rosas blancas”.

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